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domingo, 21 de junio de 2015

ES el fin de una etapa y el comienzo de una vida nueva lleno de obstaculos, pero aun asi muchachas les deseo lo mejor en si destino......:-*

sábado, 20 de junio de 2015

 
LA AUSENCIA DEJA UN GRAN VACIO  UN GRAN VACIO EN TU MISMA FAMILIA 
" HOY SOLO QUEDA LA UNION Y LAS GANAS DE SER CADA DIA MAS FUERTE ANTE LAS ADVERSIDAD"

 
 
CASUALIDAD O DESTINO
 
¿Es casualidad o destino que yo me encuentre escribiendo estas palabras?
Para empezar digamos el significado de CASUALIDAD * : combinación de circunstancias que no se pueden prevenir ni evitar, azar. Suceso inesperado, imprevisto. Ahora que significa DESTINO*: encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal.
Si estos son sus significados reales, no debería haber confusión, entonces ahora, por que siempre tomamos las dos cosas como sinónimos, pues ambas palabras tienen significados diferentes, ahora bien una nos dice: lo que no es seguro que pase y la otra nos dice lo que deberá pasar sin nosotros saber.
Tal vez suene enredado pero tiene mucho sentido, ejemplo: por casualidad me encontré a mi media naranja en la fiesta de mi amigo. Era mi destino conocer a mi amigo, el cual me invitaría a su fiesta y en ella encontrar el amor de mi vida. Si lo analizamos tiene una gran diferencia pues en la casualidad uno no sabe que en la fiesta se va a encontrar tal persona, pero en el destino las cosas ya estaban dichas de antemano sin nosotros saberlo pero que tenía que suceder de esa manera.
Ahora bien, después de esta breve explicación quisiera poder compartir con ustedes mi inquietud, hacia con estas dos palabras que se relacionan con la vida de cada uno de nosotros.
Pues en algún momento de nuestra vida nos hicimos la pregunta ¿habrá sido casualidad o destino?
Los escépticos creen que todo sucede por casualidad, los religiosos creen que es destino divino, si nos remontamos a la época medieval los monarcas creían que ellos debían gobernar por destino divino, pues ellos eran los elegidos de dios para llevar ese cargo, pero tu que piensas? Estas en este momento leyéndome por casualidad, destino o azares del destino?



 
Expliquemos por que azares del destino, comúnmente todos hemos oído decir alguna vez o lo hemos dicho nosotros mismos “que por azares del destino” algo sucedió, entonces si el azar es casualidad , el “azar del destino” sería que por casualidad ese fue tu destino, pero que queremos decir con eso: que las dos se relacionan, es decir, la casualidad te lleva al destino o viceversa; que ninguna de las dos dependen de la otra para existir o que simplemente ninguna de las dos existe, y esto me lleva a cuestionar mas profundamente y hasta cierto grado un poco irracional, sobre por que me encuentro cuestionándome a mi misma y ponerlos a pensar a ustedes.
Será correcta mi reflexión, no lo se, tu que piensas? Será tal vez que cada uno escoge como forma de vida, el azar o que hay alguien que tiene un camino trazado para cada uno de nosotros o que nosotros trazamos nuestro propio camino, al fin y al cabo cada quien le da el significado que mejor le convenga, pensemos mejor que simplemente las cosas suceden y punto.


LA REALIDAD DEL TIEMPO


 
«El presente y el pasado están por los suelos. ¡He aquí, mis queridos amigos, lo más insoportable para mí! ». ¿Quién no sentiría esta amargura de Zaratustra, abrumado por la evidencia del paso incesante de las cosas y concluyendo de ahí que el tiempo es toda la realidad, la única realidad que nos devora? El tiempo es lo que divide y disipa la existencia; lo que consiste en su propia fuga; un río que conduce hacia un mar de nada.

¿Y si todo fuera apariencia? Si el tiempo fuera un mal sueño donde la identidad se disipa; una distracción del alma, como pensaba Plotino, por la que la unidad se dispersa... En cualquier caso tendríamos que explicar esta apariencia, porque lo temporal cambiante acaba aflorando como algo irreductible: no se puede negar el tiempo.

Nuestra idea del tiempo nace de la observación del movimiento. La realidad no es simultánea, no es un conjunto estático que podamos explicar como una combinación de leyes que tuviera su sede en un pensamiento intemporal, porque para aplicar las leyes hay que apelar a la experiencia, que es temporal; la intemporalidad del pensamiento, suponiendo que exista, no podría negar la sucesión de lo cambiante. Así, la sucesión no es una realidad dada, sino una realidad que se hace, una sucesión de acontecimientos que no podría desarrollarse sin la conexión entre unos y otros, puesto que no es posible el salto de un instante a otro como si se tratase de dos realidades separadas. Todos tenemos la experiencia de este vínculo necesario que asegura nuestra continuidad. «Los días se van, yo me quedo», dice el poeta. La experiencia del tiempo es ambigua; sin la continuidad, el tiempo sería un perpetuo desvanecimiento de la vida que transcurre en él, y sin el transcurso no tendríamos sentido alguno de nuestra duración.

El tiempo existe porque existe el cambio. Aristóteles lo definía como la medida de lo que cambia. ¿Pero el tiempo reside en lo que transcurre -en el movimiento de la cosa que cambia- o en el sujeto que lo mide? En cuanto a su forma de existencia, el tiempo no es una realidad independiente; está ligado por una parte a la inteligencia, dotada de una memoria que numera las etapas de la sucesión, y por otra es inseparable de la existencia del cambio. Kant quiso resolver esta paradoja haciendo del tiempo una forma a priori de la sensibilidad. A sus ojos, el tiempo depende por completo del espíritu, que capta las cosas, necesariamente, según el tiempo. «Se puede concebir un tiempo sin objeto, declara, pero no un objeto sin tiempo». Hegel perseguirá esta integración del tiempo en el espíritu, por medio de la dialéctica. Los tres momentos -tesis, antítesis, síntesis constituyen toda la realidad según un proceso que es la historia del Espíritu aprehendiéndose a través de sus obras. «Todo lo real es racional y todo lo racional es real». Esta fórmula significa que el tiempo no se induce de lo real, sino que es lo que permite deducir, a priori, todo lo que es. El tiempo se confunde con la vida del Espíritu, que es la historia.

Esta espiritualización del tiempo se halla en el origen de todos los excesos idealistas; explica la unidad de la multiplicidad móvil que constituye la sucesión de instantes, suprimiendo la multiplicidad. Y esto no es una explicación.



Si se renuncia a encontrar el fundamento de la unidad temporal fuera del objeto, habrá que investigar el movimiento mismo. Los antiguos lo buscaron en el Agua, la Tierra, el Aire y el Fuego. Más cercano a nosotros, Bergson lo encuentra en la duración: la duración es la esencia misma de lo que es; lo que dura es lo que persiste en el ser; es el ser mismo del cambio, la sustancia de la realidad, la realidad originaria. Pero, para Bergson, la duración es creadora; al identificarla con la existencia encuentra en el tiempo el principio explicativo y único que engendra toda realidad.

El principio del cambio es igualmente cambiante. No se puede negar la sutileza de esta solución, pero por muy seductora que sea, no logra evitar la contradicción: para ligar la sucesión de instantes como un todo continuo, sería necesario un instante único -sin principio ni fin- que durase, que coexistiese con toda la sucesión temporal en un sujeto intemporal exterior a la multiplicidad. Lo que precisamente está excluido de la hipótesis desde el momento en que se afirma que todo lo que existe es cambiante, es decir, temporal.




 

 Por tanto, no se puede encontrar, por el lado del objeto, el fundamento de la unidad temporal; y tampoco por el del sujeto. ¿Qué es entonces aquello que une y hace un todo de lo que el tiempo divide? El que introduce la sucesión en el tiempo no es el sujeto, porque, según esta hipótesis, ¿cómo explicar este antes y este después que constituyen la vida y la muerte? Hay que admitir la realidad extramental de la sucesión y de un principio de unión entre los instantes que no radique ni en el sujeto ni en el objeto. Porque, por una parte, la sucesión existe independientemente del alma y, por otra, depende de la inteligencia, que le numera según el antes o el después. Inmanente y trascendente a la vez, el tiempo no es ni un concepto ni una intuición. Sería más exacto definirlo como un «existente» que comporta una exigencia de trascendencia. Hay que ir más allá del sujeto y del objeto para elevarse desde el plano en el que todo cambia sin ser nunca, al plano de lo que es siempre y no cambia nunca. Reflexionar sobre el tiempo exige considerar la eternidad.


NUESTRA ETERNIDAD



De la experiencia del tiempo -experiencia dolorosa de un tránsito fugaz que se lleva la vida poco a poco nace la aspiración por la eternidad. Pero este deseo, ¿no será algo ilusorio, una compensación? No, porque como escribe Hervé Pasqua, «el tiempo no puede ser concebido sin la eternidad». Existe un presente necesario que, aun no siendo el tiempo, está en el corazón del tiempo; un presente eterno al que hemos de unir continuamente nuestro presente temporal y que «confiere a la banalidad de lo cotidiano la densidad de lo sagrado».

«El libro de la vida es el libro supremo / que no se puede cerrar o volver a abrir a elección / el pasaje interesante no se puede leer dos veces / pero la hoja fatídica se pasa sola: / se quisiera volver a la página en que se ama / y la página de la muerte está ya bajo nuestros dedos».

La huida del tiempo ha sido cantada por todos los poetas. Cuando el filósofo detiene en ella su atención, se asombra ante el paso incesante de todas las cosas. Todo pasa..., y por ello la pregunta se dirige a su existencia, aquí y ahora, ante la inquietud y angustia de la nada, de donde todo viene y a donde todo parece ir. El paso del tiempo engendra la tristeza, porque, con él, la vida se acaba poco a poco; el tiempo nos aparece como una prisión que desemboca en la muerte. Preguntarse por el tiempo es preguntarse por la existencia: ¿por qué hay seres que existen? La palabra «existente» expresa bien esta síntesis de tiempo y ser de la que estamos hechos. Esta palabra, que expresa lo que es, no es -anotémoslo- sino el participio presente sustantivado del verbo ser.

¿Pero, el ser se reduce al tiempo? Si esto fuera así, el ser mismo estaría desprovisto de valor al estar destinado a la desaparición. El ser-tiempo es, ya no y todavía no, un no ser. Realidad corriente y misteriosa a la vez. ¿Qué es el tiempo? «Si nadie me lo pregunta, lo sé; si deseo explicarlo a quien me lo pregunta, ya no lo sé», aseguraba San Agustín.

 




La aceptación del tiempo es una conquista difícil. Estamos naturalmente aterrorizados por la irreversibilidad de nuestro propia duración, por la perspectiva de nuestra personal corrupción futura: por eso nos gustaría detener el curso del tiempo. En otras palabras: no podemos experimentar el tiempo sin aspirar inmediatamente a lo eterno. Pero, ¿en qué se funda esta aspiración? ¿Basta el tiempo para afirmar la eternidad? ¿No sería ésta, entonces, el fruto ilusorio de nuestro rechazo del tiempo? Cuestión grave, porque si no existiera la eternidad, ¿en qué se fundaría nuestra aspiración? ¿Puede exigir la adhesión y justificar el martirio un ideal destinado a desaparecer?

Para evitar la ilusión, es necesario partir de datos, es decir, de la experiencia común que todos tenemos del tiempo. Vivimos en el tiempo, y a partir de él nos interrogamos sobre lo eterno. Pero si ambos se reparten la totalidad de lo real, ¿dónde encontrar la eternidad?, ¿al final del tiempo o en el tiempo? ¿La eternidad, no debe estar fuera del tiempo? Si se quiere solucionar el problema de la existencia temporal, se presentan todas estas cuestiones.V




UN PASO HACIA LA PAZ
Colprensa | Publicado el 15 de septiembre de 2014
Hace 29 años dos grandes de la música, Michael Jackson y Lionel Richie, escribieron una canción producida por Quincy Jones, la cual pasaría a la historia. Se trató de We are the world, en un proyecto denominado USA for Africa, donde 45 músicos unieron sus voces para ayudar a combatir la hambruna que azotaba a Etiopía.

Ahora, este martes a las 7:00 de la mañana, las emisoras radiales, los canales de televisión y las redes sociales, lanzarán Un paso hacia la paz, una canción escrita por Carlos Vives y Andrés Castro, bajo la producción de Iván Benavides, quien se dio a la tarea, nada fácil, de unir 60 artistas, los más representativos del universo actual de la música colombiana.










Se trata de la canción oficial de la campaña Yo soy capaz, en una convocatoria que según Benavides, “lo difícil no fue convocarlos, el verdadero arte estuvo en poder coordinar los horarios de las apretadas agendas de muchos de ellos”.
Por eso, la grabación se realizó en diferentes estudios de Cali, Bogotá y Miami, para poder contar con las voces de artistas como Juanes, Fonseca, Jorge Celedón, Maluma, cantadoras del Pacífico, el propio Vives, Totó La Momposina y Pipe Bueno.
“Somos diferentes pero es más lo que nos une, es el mensaje que da la canción y que se da con esta combinación de artistas de distintos géneros, pero que a través del arte pueden entrar en perfecta comunión. Siento que es una canción para la historia”, continuó Benavides.
Con un ritmo enérgico, Un paso hacia la paz es una canción llena de optimismo y esperanza, que cuenta con un video dirigido por Camilo Quimbaya, en la que se puede ver cómo artistas de diferentes géneros cantan a una sola voz.
“La logística fue complicada, con sus agendas y los respectivos permisos de las disqueras, pero siempre con mucho positivismo y deseo de colaboración”, continuó el productor, quien aseguró que una de las primeras artistas en ser convocadas fue Shakira, pero su complicada agenda de trabajo impidió que pudiera participar.
“Infortunadamente no pudimos contar con ella, pero tenemos a 60 voces que representa el legado y el presente de la música colombiana, que será un deleite para quienes gustan de la buena música, pero que también invita a que nos pongamos en los zapatos de los demás, para poder entendernos”, finalizó Iván Benavides, quien ha trabajado en diversos proyectos musicales en los últimos 25 años.

viernes, 19 de junio de 2015





EL DESTINO ESTA MARCADO...............







A menudo sentimos esa extraña sensación donde la casualidad, lo inesperado, va poniendo marcas en nuestro camino obligándonos a encauzar la vida en una dirección u otra. Hay quien dice que son designios del destino, de esa fuerza que está por encima de nosotros y que nos empuja hacia una sucesión inevitable de acontecimientos, de los que no podemos escapar.
Algo así va mucho más allá de una simple sincronicidad, supone llegar a pensar que nada ocurre por azar, sino que estamos determinados. ¿Qué supone para las personas pensar algo así? ¿Estamos entonces a la merced del destino o somos libres para elegir nuestro propio camino?







La vida es un cuadro abstracto de maravillas y también de oscuridades, y esa mezcla entre lo autónomo y lo heterónomo conjuga sin duda el eterno misterio de la humanidad.